lunes, 10 de agosto de 2009

Era Yo, ahora eres tú.


Está bien que creas que estoy bien, siempre que me ves dices el mismo ¡Te ves bien!, y yo recontra estúpida asiento con la cabeza. Si supieras que no duermo hace tres días, que no como en el almuerzo y tomo té en la cena. Si supieras que no te quise, que no te quiero y que nunca te querré.

Me parece obsesiva la manera en que tomas mi cabello y lo acaricias, es algo tierno durante cinco minutos, pero desesperante el resto de la hora. Aveces quisiera safarme de esas tus manos asperas y casi deformes. Tienes muy claro que esto no es sentimiento ni nada que se le paresca, te engañas y quieres envolverme en tu mentira.

Eres ese pedaso de cosa que robó mi vida, que me quitó la valentia y me sumió en la melancolica agonía de esperar que terminen mis días. Tú, ser especificamente dañino para mi. Calificativamente despreciable si de hechos tengo que hablar. Monstruo divino que se metió conmigo sólo para jugar.

Me di cuenta de tu maniobra, partí el hilo que me estupidisaba, quemé la cuerda que mis movimientos controlaba y te voltié la jugada, ahora eres tú el engañado que cree que engaña, el "esa cosa" que nadie quiere y que ninguna extraña.

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