diferenciarme del resto, menos.
Tratar de llevar mi concepto
de amor propio a una escala de cien, no lo creo.
Me siento tan vulnerable
a la imitación,
malditos estereotipos,
destruyen la poca personalidad
que puedo tener y me lanzan
al circulo vicioso de la igualdad.
Siempre quiero ser quien no soy,
tener el cabello de ella,
el cuerpo de aquella
y la nariz de esa otra.
Nunca estoy feliz,
cada que ese mundo lejano
fabrica una nueva especie
de mujer acomodada,
mi autoestima agoniza
y mi rostro es observado
durante horas en el espejo,
por mí.
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